sábado, 25 de septiembre de 2010

Contigo aprendí...


De todas las cosas que hay en casa, de todos los objetos que me rodean, el único que trasciende la ilusión de la comodidad es mi viejo colchón.
Mi colchón tiene vida propia, y no lo digo sólo por esos movimientos sincronizados que replican en las noches de pasión, ni por su sabia y oportuna sugerencia de que guardase mis ahorros entre su lana y sus resortes, renunciando a las tentadoras hipotecas subprime. Es algo más, es saber que nadie en este mundo me conoce como él, que acumula y baraja mis sentimientos en sueños prodigiosos, donde los muertos cobran vida, y se luchan las mejores de mis batallas. ¿La almohada? No, la pobre es tan sólo un tentáculo del colchón, ¿A quién no se le ha caído y luego de reemplazarla por el brazo siguió con el mejor de sus sueños? Es que las emociones tienen peso específico, y la atraviesan hasta quedar enganchadas en los helicoides de los resortes. Por suerte mi colchón es bueno, hay a quienes les ha tocado colchones perversos que disfrutan mojándose en el sudor de las pesadillas; o los obsesivos, que repiten al infinito el mismo y tedioso sueño.
Por eso, cuando ella me propuso cambiarlo le puse mil excusas: que está nuevo, que su medida es ideal, en fin, argumentos inútiles, porque se ha emperrado en tirarlo.
Anoche él mismo me ha dado la solución: “Mujeres hay muchas”, me dijo… “¿pero quién te ha cuidado desde niño?".
No hay nada que hacerle, otra vez tiene razón.



Escrito para la última reunión de "Diario de Anonima Mente"

martes, 21 de septiembre de 2010

CINCO


Lector: el relato que sigue a continuación me fue confiado a la vez con un dilema: se dejó librado a mi conciencia el transmitirlo y al mismo tiempo se me sugirió no hacerlo.
He decidido escribirlo confiado en la pobreza de memoria de mis lectores. Sin embargo, es mi obligación sugerirles que no lo lean, especialmente a los más débiles y a los más jóvenes, no es mi deseo anticiparles ciertas cuestiones que, sumadas algún día a otras que aportarán ustedes mismos, les hagan pensar en lo vano de la vida. Aclarado esto, allá ustedes si persisten.

Ana Clara comenzó a sentarse lentamente sobre la tabla del inodoro. A medida que su cuerpo descendía, sus piernas fueron copiando la forma de la tapa hasta quedar totalmente apoyadas. Sin embargo, los costados de las nalgas siguieron bajando, la gravedad curvó las partes mas blandas, hasta que suavemente se estabilizaron algo más abajo que el resto del torso.
La posición era cómoda, había recostado la espalda sobre la pared, de tal modo que todo su cuerpo quedaba ahora relajado. Tomó el libro y lo puso sobre su falda, apoyó el lápiz sobre el borde del lavabo y comenzó a leer. El libro era una edición de tapas blandas de Álgebra y Trigonometría para 3º año de Lehman. Ya había estudiado el “Teorema de Pitágoras” y “Pirámides, conos y esferas”, pero desde ayer estaba obsesionada con el capítulo “Relaciones de los triángulos rectángulos”. Había pasado la noche casi sin dormir pensando en las correspondencias entre los ángulos y los lados. Las pocas horas que había dormido fueron acompañadas por procesos inconscientes en donde la obsesión se continuaba en forma de extraños sueños. Tal vez el más raro haya sido aquel en el que se veía a sí misma con forma de porción de pizza cortada en ángulo recto, su cuerpo esponjoso era vorazmente comido por un niño, quien a su vez era deglutido por un pacman (posiblemente “BLINKY”); su boca también triangular era desmesurada y se abría y cerraba sin compasión.
Paradójicamente, ahora en el baño no estaba cansada ni tenía sueño, por el contrario se sentía muy despierta; su mente, nutrida durante la noche en el mundo de las relaciones angulares, parecía prometerle increíbles descubrimientos.

Ana Clara miró por milésima vez la figura del triángulo rectángulo. Estaba obsesionada particularmente con el ejemplo en el que la base mide 3, la altura 4, y la hipotenusa 5.
En Egipto se había comenzado a usar esta relación para construir con ángulos rectos y, según había leído, las pirámides de Giza y todas las construcciones posteriores de la antigüedad, incluso las griegas, basaban su realización en este conocimiento.

3, 4, 5. Pensaba en esa secuencia numérica como en la punta visible de una revelación trascendente y oculta. No podía ser casual la secuencia perfecta, ¿pero cuál era la respuesta a este enigma?
Entonces Ana Clara piyó. Un chorro abundante golpeó contra el agua del inodoro acompañado por ese sonido inconfundible del líquido contra el líquido. Sin embargo, a pesar de la sensación y el ruido, su conciencia no lo percibió; agudizada en ese instante su lucidez, una cadena de razonamientos la hizo susurrar:
“El 3 es la unión del uno hombre y el uno mujer, y si bien son dos, y son uno cuando procrean, son 3 con su prole, es decir que 3 es el número que define la continuidad infinita de la vida.”
Cuando los esfínteres ya relajados dejaban caer las últimas gotitas de orín, tomó el lápiz y en el margen de la hoja escribió: 3+4=7 y 4+5=9. “Entre siete y nueve son los meses necesarios para la gestación, un segmento de tiempo que transforma la inmadurez del feto en la perfección del niño. Entonces los números que componen a este triángulo explican la intención de la vida, y la clave es el 5, la hipotenusa, el vector que cierra el polígono; y así como el arco unido al violín define su música, el valor de este segmento definirá el objeto de la vida. Es el número esencial; el 5 entonces, relacionado con los números anteriores, será, será…”
Pero en ese momento cayó la última de todas las gotas de pis, y en el instante preciso en que golpeó contra la superficie del agua, la luz del baño comenzó a titilar. El ritmo de los destellos era constante, y el contraste entre luces y oscuridades asombrosamente extremo.
Ana Clara se sorprendió, pero no tuvo miedo, había nacido con el estigma de los que creen que habrá en sus vidas un sentido trascendente, no concebía que su existencia pudiese ser como la de los demás, una sucesión monótona de días que terminaban inexorablemente con la muerte; tenía solo quince años y sabía que algo sucedería.
-Ana Clara- la voz se oyó nítida y los tonos graves retumbaron entre las paredes del pequeño baño.
Miró al libro, pues la voz venía desde encima de sus piernas, y vio que en los espacios de las hojas donde antes estaban impresas las fórmulas algebraicas, ahora había letras griegas; letras que formaban palabras y que hablaban con la voz de un hombre.
-Ana Clara, aunque los Dioses nos han concedido poco tiempo juntos, debo presentarme: soy Arquímedes de Siracusa y aquí están conmigo Euclides de Alejandría y Pitágoras de Samos, juntos hemos esperado casi 2.500 años este encuentro.
La niña no se inmutó, realidad y fantasía son cuestiones concernientes a las sospechas, y ella jamás dudaba. A los ocho años un suceso determinante había ocurrido en su vida: sus padres instalaron DirecTV en el televisor de su cuarto, entonces los conocimientos en forma de ondas digitales invadieron su cerebro. ¿Verdadero, falso? ¿Cual es la diferencia cuando la imagen muestra las ideas y los hechos en perfecta definición?
La luz por un momento se había estabilizado, ahora el baño estaba en penumbras y sólo las letras brillaban y decían:
-Ana Clara, millones y millones de hechos relacionados entre sí por leyes que los hombres desconocen, han sucedido para que ahora podamos estar aquí. Ana Clara, nuestra Mesías, no hay preguntas, sólo una que la cobardía de los hombres ha desglosado en miles.
Ana Clara entonces dijo en voz alta: ¿Qué es la vida?, y se contestó luego a sí misma: La vida es el número 5.
-Sí, el número 5 -dijo Arquímedes-, el pentagrama invertido, el quinto elemento, lo sabemos, pero es necesaria tu sabiduría para revelar su significado. Debemos apresurarnos, Ana Clara, todo esto está sucediendo en menos de un nanosegundo, que para nosotros durará un minuto y medio de tiempo relativo; sólo disponemos de este momento para conocer la respuesta. Es que en este nanosegundo todos los líquidos, absolutamente todos los fluidos del Universo estarán en armonía. Hace 25 siglos nuestros cálculos preveían esta coordinación de mareas, esta alineación de cadencias y viscosidades. No tengo tiempo para explicarte todo el proceso, pero tu orina desplazó un volumen de agua equivalente a través del sifón del inodoro, y esto completó un complejo círculo de concordancias. Alguien en este momento en el pueblo de Bougou, en Senegal, no morderá un dátil, las olas del Mar Egeo se están coordinando en una perfecta cadencia que se corresponderá en las mareas del Mediterráneo, y aquí mismo el agua que ha puesto al fuego tu madre no hervirá hasta dentro de 2 segundos. Si tan sólo alguien tragara saliva quebraría esta epifanía, en la que el líquido que compone tu cerebro en una pleamar inducida por el equilibrio de las cosas, ha adquirido la consistencia perfecta de la lucidez.
-Ana Clara -la voz ahora era gruesa y reverberante-, Ana Clara: ¿qué es el número 5?
En tiempos tan cortos que se parecían a la nada, pasaron por su mente infinitas imágenes, mapas, batallas, emociones, colores, una secuencia aparentemente incoherente, pero que Ana Clara ordenó en forma perfecta. Entonces sonrió y sus ojos se pusieron blancos y su voz sonó como la de una santa:
-El 5 no es otra cosa que aquello que estuvo siempre ante nosotros con su presencia constante, aquello que intuíamos en sueños, el 5 es…
En ese momento, la felicidad, la epifanía misma relajó su cuerpo a tal punto que una gotita de pis cayó sobre el agua del inodoro.
-¡NOO! -gritó Arquímedes mientras las letras se desvanecían.
Por un instante, mientras el ambiente recobraba su luz habitual, Ana Clara creyó oír unas palabras en griego que no comprendió.
-El 5 –repitió-, el 5 es… Pero ya no lo sabía, nuevamente pensó en el 3, en el 4 y en el 9. Miró el libro y volvió a repasar las relaciones del triángulo rectángulo. Luego se acordó de que ya estaba comenzando en Animal Planet un documental sobre los delfines que no quería perderse; se limpió y apretó el botón, luego se incorporó, y mientras se oía el sonido del torrente del agua arremolinada llevándoselo todo, también ella, finalmente, salió del baño.

lunes, 13 de septiembre de 2010

LO BUE SI BRE DOS VECES BUE




Era nuestra primera cita íntima, y como “la primera impresión es la que cuenta”, la miré a los ojos y le dije: “hombre prevenido vale por dos”, al tiempo que exhibía la protección.
En silencio observó mis intimidades, y luego comentó como resignándose: “Más vale poco que nada”.
No soy tonto, comprendí que la mujer era afecta a los refranes, y yo, instruido por dos abuelas, le contesté proponiéndole una caricia: “más vale pájaro en mano... que cien volando”. Como no me respondía agregué: “Cuando hay hambre no hay pan duro”, aunque entonces ignoraba el efecto paradojal de este refrán, porque súbitamente sentí ¿como decirlo?, el abandono de las fuerzas. Casi desconsolado, recordando el poder de voyeurismo sugerí:”el ojo del amo engorda al ganado”; pero ella seguía en silencio, entonces supliqué:” haz el bien sin mirar a quien”.
-“La caridad bien entendida empieza por casa”, me dijo, y la traidora acarició suavemente su propia mejilla.
-“Y ahora vete refranero escuálido, que “quien mal anda mal acaba”.
Con mucha rabia, descontrolado, le grité: se ve que “a falta de pan, buenas son las tortas”, ¿no?
-¡Homofóbico imberbe! Fuera de esta casa.
Desubicado "como pickle en un pan dulce”, consiente de mi exceso, me vestí y me fui.
Ya en la calle meditando sobre la inutilidad de los refranes, recordé que la casa de la que me había echado era la mía. Pucha, pensé: “al mal tiempo buena cara” mejor doy unas vueltas y después regreso, después de todo, “perro que ladra no muerde”.

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Escrito para Diario de Anonima Mente, con la consigna de utilización de refranes y frases hechas.

Relato ganador


miércoles, 8 de septiembre de 2010

Otra vez este maldito insomnio


Otra vez este maldito insomnio. A ver, deben ser entre las cuatro, y las cuatro y media, diría más cuatro y media. Hace un ratito pasó un tren, aunque también podría haber sido un camión, no el de la basura, ni los de reparto, sino un Scania gigante, mete el mismo ruido que el tren y como estamos, en realidad estoy a diez cuadras de las vías, se lo oye bastante bajo, así que podría ser porque los sonidos son muy parecidos. Además me siento descansado, así que digo cuatro y media, no, mejor me juego a cuatro y cuarenta. A ver: ¡Si, tal cuál! cuatro y cuarenta, es impresionante, pareciera que tuviese un reloj incorporado. Pero ahora debo dormir, mañana, no, en realidad hoy, tengo la audiencia a las diez cuarenta y cinco. Así que faltan unas seis horas…
Voy a pensar en algo lindo, así me relajo y me duermo: ¡Me gané el Quini con un pozo de doce millones de pesos! No, ayer probé con esa historia y estuve como dos horas para calcular la tributación. Ahora ya lo sé, 30% de descuento inicial y luego Ganancias y Bienes Personales, pero anoche como dudaba, incluso me levanté para entrar en la página de la AFIP. No, además después estuve otra hora para decidirme si el piso lo compraba sobre Libertador o sobre Figueroa Alcorta, y todo al cohete, por que después me acordé de la torre “El Faro” en Puerto Madero y decidí mudarme ahí. Pero como ahora estoy solo, sin los chicos, no me decido de cuantos dormitorios tengo que buscar y se me complica. Antes lo decidía todo ella y era más fácil, pero no importa, igual voy a armar mi sueño personal, no puede ser tan difícil. Lo que podría probar, es en pensar que me gano una cifra grande, pero que no tanto como para que me cambie la vida, digamos: doscientos mil pesos. No, a ese también ya lo pensé y me acuerdo que no me decidía si comprar un 307 “La Dolfina” que trae tapizado de cuero bicolor o un Focus “Duratec”. Finalmente me decidí por el Peugeot, pero, analizándolo ahora, es un 4 puertas onda familiar, y a mi me vendría mejor un dos puertas. Está bien que por ahora no quiero saber nada con las mujeres, pero ya me voy a recuperar y a mi edad me veo más en una cupé, da más langa. Bueno ese sueño tampoco. A ver, tiene que ser un recuerdo placentero y que además sea bien mío, porque no puede ser que ella o los chicos aparezcan siempre.
Clara o Mariana. No, tiene que ser anterior; Clara resultó una loca y Mariana en el sexo era una bolsa de papas. Si, mejor antes, no, incluso antes de Cecilia también.
Cata, si Catalina, la estoy viendo, esta hermosa con la pollerita a cuadros del Divino Rostro, ¡ese será mi recuerdo!
Ella tenía 14 años, creo, porque ahora me parece que ya había cumplido los 15; no, 15 no puede ser, hubiese ido a la fiesta, pero a lo mejor no hizo fiesta, no me acuerdo. Lo que si es seguro es que yo tenía 17 porque estaba en 5º año. No importa, voy a pensar que ella tiene 15 y yo 17. Era impresionante nos pasábamos todo el día haciendo el amor. Lo hacíamos en cualquier lado. Que injusta es la vida, las cosas deberían ser más medidas, más equilibradas, no puede ser que antes tanto y ahora nada. Está preciosa con el cabello castaño, castaño claro, en realidad prácticamente rubio, los ojos enormes y verdes. Y su cuerpo… no pará, si sigo así me voy a excitar, y ahí si que no me duermo más. Mejor busco un recuerdo más light. Estoy con ella… en el 107, estamos sentados en el asiento largo de atrás, y vamos a la cancha de Defensores de Belgrano, en la calle Pampa. Claro, fue cuando me fui a probar a las “juveniles”, ella me acompañó, que divina. Ese día fue increíble. Lloviznaba y viajábamos temiendo que suspendiesen la prueba. Lo recuerdo porque el golpeteo de las gotas de lluvia sobre la chapa del colectivo, formaba una música monótona que de a poco me fue durmiendo. Ahora lo estoy viendo, apoyo mi cabeza sobre su hombro y me quedo dormido. Si, y allí tuve el sueño más hermoso de toda mi vida. Y ese va a ser mi sueño ahora: Yo estaba en la cancha de Boca, me probaban para la Reserva. –Tomá pibe mostrame lo que sabes hacer con la pelota- Me dijo el DT, que ahora noto en su rostro, especialmente en la nariz, un parecido a mi ex-suegro (que en paz descanse), aunque tal vez no sea así.
Entonces, como explicarlo, es imposible, la pelota y yo éramos la misma cosa. Ella dependía de mi pié para volar y yo la lanzaba al espacio, como a una nave. Y luego volvía, me buscaba, porque era parte mía, parte de mi botín. Y cada vez me pedía más, y yo que era inagotable volvía una y otra vez a lanzarla al espacio. Desde 30 metros del arco pateé una comba perfecta que entró por el ángulo. – ¡Goool! ¡Pibe de donde saliste! ¡De que nube bajaste, campeón!- El DT estaba como loco, nunca había visto algo así. Pero eso no era nada, en otra jugada gambetee a los 4 defensores y metí otro gol con el taco. Todos aplaudían. Yo miraba a la pelota y sentía que ella también lo hacía conmigo, sus ojos me parecían los de Cata pero tenían forma de gajos. Es imposible explicarlo, supongo que solo los que han visto a Dios han sentido algo así.
Me desperté cuando el chofer gritó ¡Defensoores! Habíamos llegado, Cata me quiere dar la mano, pero a mi me avergüenza, la miro y cada vez que lo hago la veo más linda.
–Pibes la prueba ya terminó, por la lluvia, fíjense como llueve- El hombre nos hablaba desde el otro lado del alambrado, y estábamos tres pibes y Cata, viendo como los otros chicos jugaban a pesar de la tormenta. Si, el sueño fue ese, y tal vez debería dejar de seguir pensando en Catalina, mirar su rostro, escucharla, porque después, todo fue muy triste y ahora no lo quiero recordar. Con Cata nos separamos, éramos demasiado chicos para habernos querido tanto, y la pelota después nunca más me volvió a hablar como en ese sueño. Yo seguí jugando pero ya no era lo mismo, la redonda era una caprichosa de mierda que iba donde ella quería y no a donde yo la mandaba, las combas siempre eran o muy cortas o muy largas, y jamás volvió a mirarme con sus ojos de gajos. Yo quería que todo volviera a ser como antes, pero ya era imposible, yo la pateaba con bronca, y ella nunca más volvió a buscar mis botines.
Pero para que seguir. Ya son las seis, y otra vez no pude dormir. Lo de buscar un sueño no funciona, al final pienso en cualquier cosa. Aunque podría intentar con otro tema, pero no, total ahora con suerte solamente podría dormir dos horas y media.
Mejor me levanto y me tomo un Alplax, la verdad estoy más triste que antes, mejor me tomo dos. Y si en la audiencia me quedo dormido mejor. Creo que no voy a soportar sentirla cerca de nuevo, y sobre todo después de que estemos un rato juntos en esa mesa, volver a verla otra vez irse para siempre.


BAJA ESPUMA




Eloísa anotó el resultado del experimento en su cuaderno Gloria de tapas anaranjadas: “Prueba 678 – Lavado en programa Nº 4 – colores firmes- Jabón: Ala baja espuma: 40 gramos, Suavizante: NO, temperatura del agua: 52º. Tras 6 minutos de centrifugado abro la puerta y si bien recupero todas las toallas que puse, nuevamente solo encuentro una de de las dos medias que coloqué”.

Poco sabía Eloísa sobre los fenómenos que los helicoides acuosos y los componentes químicos del jabón “Ala baja espuma”, producen bajo el efecto de la presión y la fuerza centrífuga; sin embargo, tras casi un año de ensayos, al fin ese día, llegaba a certezas que parecían inexorables..
Tal vez influenciada por el “El túnel del Tiempo”, la serie en blanco y negro que semanalmente veía por el canal Volver, fue asociando la misteriosa desaparición de las medias dentro del lavarropas con la posibilidad de que dentro de él se generara, (como en la serie) una puerta hacia la 4º dimensión. Había observado que el gran túnel por donde Douglas y Tony habían entrado para quedar perdidos en el limbo del espacio-tiempo tenía una gran similitud con el tambor de acero de su Drean automático: ambos eran cilindros perfectos, deslumbrantemente plateados y cubiertos de infinitos agujeritos.
Mientras colgaba ropa en la terraza, miró a Michu su gato que se arqueaba al sol, y pensó en que había llegado el momento de pasar a la siguiente etapa, la prueba con un ser vivo.
Luego bajó a la cocina, se sentó en una silla de madera descolorida, y sin darse cuenta, comenzó a jugar con una delgada cinta de cartón que había estado cubriendo una bandeja de masas. Sus manos se movían espontáneamente, como si tuviesen vida propia, armaron con ella una curiosa forma que dejó apoyada junto al mate, era la cinta de Moebius. Luego miró al gato que ronroneaba a su lado, se levantó y abrió la puerta del lavarropas; pensó en que si todo salía bien, si la prueba era exitosa, finalmente tendría la posibilidad de viajar al pasado. Calculó que debía elegir lo antes posible si volvería a su fiesta de casamiento o al nacimiento de su hija, la elección era difícil. De todos modos, tenía tiempo para decidirse, el que le llevase construir un modelo a escala donde pudiese entrar un ser humano, y claro que también centrifugara al revés por si quería regresar.
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Presentado en el concurso de Diario de anonima mente, bajo la consigna: fantasmas, paranormales y ciencia ficción.
Relato ganador.