Fotografía: "emergiendo" - Julio Genissel
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¿Pues quién podrá soportar los azotes y las burlas del mundo,
la injusticia del tirano, la afrenta del soberbio, la angustia del amor despreciado, la espera del juicio, la arrogancia del poderoso,….
W. Shakespeare – Hamlet - acto III – escena I
Llego a la maldita oficina cada día con la esperanza de no verla, de no sentir su presencia marcial, ni ese aliento que humedece mi nuca cuando se para detrás de mi espalda, acercando su cabeza, sin hablarme, observando los números que afinadamente voy encolumnando en el debe y el haber.
Siempre es igual, el acecho y el sometimiento, una lacónica monotonía, que me recuerda con un retumbe de tambores en mis sesos mi irremediable mediocridad.
Entonces quiero gritarle o escupirle el maquillaje perfecto, y sin embargo el grito se ahoga en mi boca, mi saliva se resiste a cruzar el aire, solo me humedece la garganta; luego paso la mano por la comisura de mis labios, me doblo sobre la hoja del libro de caja y vuelvo a sumar.
La rutina, la rutina, la rutina, que me adormece, que me anestesia, que me consume.
¿Cuál es la razón para soportar todo esto? ¿Por que padecer voluntariamente este tormento? Si tan solo mi lucidez pudiera apagarse y ya no sentir las injusticias, los abusos y los atropellos.
¿Debo decir la palabra correcta o la palabra necesaria? ¿Debo cesar acaso de ver y en cambio desviar la mirada?
No puedo evitar observarla ahora, su cuerpo abundante enfundado en un ridículo vestido negro. Como quisiera poder sentir igual que ella, alejándome del peso de las miradas. Tener esa capacidad estética atrofiada que sin duda me ayudaría a ser feliz, y no sentir además el oprobio de la vejez, ni la soberbia de los poderosos, ni la lentitud de la justicia, ni la carencia irremediable del amor.
Acaso es la paciencia la cárcel de la acción, o tal vez la cobardía la que vuelve innecesarios los centinelas para convertirme a mi mismo en mi propio carcelero.
Ya no soporto mis pensamientos, matarla, matarme, ¿es esa la cuestión? ¿Será tan sencilla la resolución de esta angustia?
¿Es que es todo tan simple, que tan solo se trata de matar o morir, de someterse o someter? O será el destino, esta infortunada paciencia, que me hará vivir por siempre, pensando en el sueño de ser y soportando al mismo tiempo, el espanto de no ser nada.
la injusticia del tirano, la afrenta del soberbio, la angustia del amor despreciado, la espera del juicio, la arrogancia del poderoso,….
W. Shakespeare – Hamlet - acto III – escena I
Llego a la maldita oficina cada día con la esperanza de no verla, de no sentir su presencia marcial, ni ese aliento que humedece mi nuca cuando se para detrás de mi espalda, acercando su cabeza, sin hablarme, observando los números que afinadamente voy encolumnando en el debe y el haber.
Siempre es igual, el acecho y el sometimiento, una lacónica monotonía, que me recuerda con un retumbe de tambores en mis sesos mi irremediable mediocridad.
Entonces quiero gritarle o escupirle el maquillaje perfecto, y sin embargo el grito se ahoga en mi boca, mi saliva se resiste a cruzar el aire, solo me humedece la garganta; luego paso la mano por la comisura de mis labios, me doblo sobre la hoja del libro de caja y vuelvo a sumar.
La rutina, la rutina, la rutina, que me adormece, que me anestesia, que me consume.
¿Cuál es la razón para soportar todo esto? ¿Por que padecer voluntariamente este tormento? Si tan solo mi lucidez pudiera apagarse y ya no sentir las injusticias, los abusos y los atropellos.
¿Debo decir la palabra correcta o la palabra necesaria? ¿Debo cesar acaso de ver y en cambio desviar la mirada?
No puedo evitar observarla ahora, su cuerpo abundante enfundado en un ridículo vestido negro. Como quisiera poder sentir igual que ella, alejándome del peso de las miradas. Tener esa capacidad estética atrofiada que sin duda me ayudaría a ser feliz, y no sentir además el oprobio de la vejez, ni la soberbia de los poderosos, ni la lentitud de la justicia, ni la carencia irremediable del amor.
Acaso es la paciencia la cárcel de la acción, o tal vez la cobardía la que vuelve innecesarios los centinelas para convertirme a mi mismo en mi propio carcelero.
Ya no soporto mis pensamientos, matarla, matarme, ¿es esa la cuestión? ¿Será tan sencilla la resolución de esta angustia?
¿Es que es todo tan simple, que tan solo se trata de matar o morir, de someterse o someter? O será el destino, esta infortunada paciencia, que me hará vivir por siempre, pensando en el sueño de ser y soportando al mismo tiempo, el espanto de no ser nada.
Ah William que siempre nos inspiras!
ResponderEliminarTe copio Julio:
'Acaso es la paciencia la cárcel de la acción, o tal vez la cobardía la que vuelve innecesarios los centinelas para convertirme a mi mismo en mi propio carcelero.'
Muy pero muy bueno.
Un abrazo.
Buen monólogo Julio, y resalto la frase "Acaso es la paciencia la cárcel de la acción".
ResponderEliminarPor un momento pensé en que esa mujer era la muerte pero veo que no, porque cómo matar a la muerte.
Un abrazo
Patricia, si, William ya escribió todo. En realidad mi teoría es que toda originalidad está escrita en La Mitología griega, La biblia y Las Mil y una noches. Luego reinterpretamos y reescribimos. Ellos inventaron los colores y nosotros pintamos. Gracias y un abrazo.
ResponderEliminarÁngeles, interpretaste bien, no es la muerte, en tal caso es la vida. La vida que limita y nos convence de que no tenemos fuerzas, que todo es inútil. Claro, hay otras emociones que producen el efecto contrario y la vida es maravillosa y no hay imposibles. Y asi estamos en la lucha, donde alguien tira para arriba y otro tira para abajo. Este texto es bien para abajo, en mi descargo: la culpa de Shakespeare. Un abrazo.
ResponderEliminarAcaso es la paciencia la cárcel de la acción, o tal vez la cobardía la que vuelve innecesarios los centinelas para convertirme a mi mismo en mi propio carcelero.
ResponderEliminarfrase soberbia , de verdad. estoy en completo desacuerdo, por su lado, de q tales obras lo hallan dicho todo, la verdad. todavia queda mucho por decir, ejemplo: precisamente, no sabemos cual es el sentido de la vida.
por otro lado, vargas llosa lo dijo muy bien,EL MUNDO ESTA MAL HECHO. asi nosotros terminaramos en el pedestal de la opulencia, sin ser esclavos de nadie, seguiriamos a las ordenes del tiempo, de la vejez.y es de lo que la ciencia nos trata de librar, de las limitaciones de la naturaleza, y sin embargo usandola. hay cosas irrealizables en el mundo, y segun la gente, otras sencillas de trocar son inmutables, como la sociedad actual.
el principal problema de la libertad es el q deberia ser su mayor aliado, la voluntad.
no queremos lo q queremos¿cuantas veces alguien ha querido por fin deshacerse del amor y este vuelve?diran q el amor es maravilloso por q el cuerpo obliga, como al sexo.
saludos.
Duke, gracias por tu elogioso comentario.
ResponderEliminarTampoco yo estoy muy de acuerdo conmigo mismo respecto de que estos tres escritos lo encierren todo, pero cierto es que abarcan mucho. La visión personal, sumada a la visión generacional, nos permite reescribir los temas universales con un vuelo diferente y en tal caso puedan ser considerados originales.
Por otro lado mucho es lo que se puede debatir sobre la libertad, en mi visión personal (creo coincidir con tu observación) ésta es solo una ilusión. Esclavos de nuestra naturaleza, de nuestra cultura, de nuestra finitud parecería soberbio el hablar de libertad. En este texto el personaje expresa su sensación de impotencia encontrando las limitaciones en su propia voluntad. El monólogo original plantea el: “ to be or not to be”, y la gran pregunta ¿para que vivir, si esta vida es una mierda? Pero en el medio está el olvido, y la inminencia del poder de la Naturaleza, como bien dices por ejemplo a través del sexo. Pero hay otra visión menos melancólica y es la de que a la vida no se la cuestiona, simplemente se la vive. Podría concluir diciendo que “ la ignorancia acarrea felicidad”, pero acaso ¿no es la epifanía una especie de etapa superior de la inteligencia y el conocimiento?
Me quedé un momento pensando en que poco importa si ya está todo escrito. ¿Podría yo decir : ya está todo amado? Creo que la subjetividad hace renacer las cosas en cada uno de nosotros. Un abrazo
tambien estoy en desacuerdo con lo q se dice, q todos nacimos aristotelicos o platonicos. a mi me parecen los dos( aunque si le voy mas a aristoteles). si fuese asi, no existiria nietzsche, marx o schopenhauer. q abarcan mucho, como dices, seria mas correcto. por otro lado, yo no estoy tan enamorado de la subjetividad, si acaso de una mas en medio de kant y hegel.
ResponderEliminarcreo q vivir sin cuestionarse no vale la pena. tampoco seria justo decir q la vida es una completa mierda; una vida q permite producir, aun cmo ilusiones, cosas como la felicidad( la cual existe)o la libertad no puede ser LO PEOR, como dice schopenhauer, pero tampoco es el mejor de los mundos posibles, como diria leibniz,saludos.
Yo tampoco creo que la vida sea una mierda como categoría, pero circunstancialmente puede serlo. Con respecto a la subjetividad es tan real como que has leído en un texto literario a uno filosófico. Y lo has podido hacer porque no solo eres un ser físico sino que además uno intelectual, distintos de otros. Me alegra que este humilde texto te sugiera tal catarata de pensamientos. Saludos
ResponderEliminarUna genialidad Julio! Leo un monólogo en el que tu protagonista está cargado de desdicha porque en apariencia está obligándose a hacer algo que detesta con todo su ser! La conciencia de su monótona mediocridad le tiene en una disyuntiva bastante común entre los seres humanos y que tiene que ver con las limitaciones culturales, las convenciones sociales, las prácticas laborales contra el uso de la libertad, el ejercicio de la voluntad!
ResponderEliminarEn lo personal sostengo que la libertad es un concepto que nos ayuda a medir nuestra capacidad para tomar acciones. Es un parámetro que no lleva en su concepción utópica la condición de ociosa e inútil. En ese sentido uno tiene libertad, aún con las limitaciones establecidas natural o socialmente. Encontrar en tales limitaciones una muralla infranqueable que coarta de tajo la voluntad, puede llegar a ser una fatalidad que se traduce en lo que has llamado magistralmente como: convertirse a sí mismo en su propio carcelero, y eso me parece una cobardía (cuando se hace conscientemente) antes que un ejercicio de paciencia. Siempre habrá opciones que tomar (o dejar de tomar) en la materia humana!
Abrazo!
Paciencia, rutina, dos cosas que a veces nos hacen sobrevivir que no es lo mismo que vivir. Me ha gustado mucho, me ha hecho pensar y creo que no, que las cosas no son tan sencillas pero que a veces se debe vivir más y pensar menos
ResponderEliminarSaludillos reflexivos
Señor Dáltanos me alegra que te haya gustado el monólogo. Me gusta mucho tu frase: "la libertad es un concepto que nos ayuda a medir nuestra capacidad para tomar acciones". Si, que es difícil medir donde la paciencia se convierte en pereza o cobardía. De todos modos este monólogo pinta una situación que parece absoluta. En la vida es más complejo, un instante de cobardía no te convierte en cobarde ni un instante de osadía en valiente. Somos momentos, pero la suma de todos los momentos, no un instante. Abrazo
ResponderEliminarReflexiva Puck, estoy de acuerdo contigo en que hay que pensar menos y vivir más. Pero hay dos botones que nunca he encontrado, uno que me sirva para apagar el pensamiento, y el otro para no escuchar. Como ves, nadie es perfecto. Te mando un abrazo y gracias.
ResponderEliminarBuena respuesta. Eso pienso yo cada vez que le pregunto a alguien - ¿Qué piensas? y me responde que nada. Yo no sé hacerlo. Será que algunos no tenemos esos botones de serie :-)
ResponderEliminarSaludillos